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Tru Miller

En el corazón del Valle de Guadalupe, donde la tierra árida se transforma en viñedos que acarician el horizonte, se erige la historia de Tru Miller, una mujer que convirtió un sueño en legado. De origen holandés y viajera incansable, descubrió en los idiomas su primera pasión, formándose en Groningen, París, Madrid y Oxford, hasta llevar su voz como traductora en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984. Pero su destino estaba más al sur, en México, donde el amor por el vino y la tierra marcaría un nuevo rumbo.

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En los años noventa, junto a su esposo Donald, llegó al Valle con la ilusión de fundar un viñedo. Así nació Adobe Guadalupe, una bodega que pronto trascendió fronteras por la excelencia de sus vinos y la calidez de su anfitriona. Cada etiqueta —Miguel, Gabriel, Uriel, Rafael, Serafiel y Kerubiel— rinde homenaje a su hijo Arlo y a los arcángeles que evocan esperanza y protección. Más que una bodega, Tru creó un espacio de encuentro: un hotel boutique, un restaurante, un criadero de caballos aztecas, un universo donde se enlazan hospitalidad, arte y espiritualidad.

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Hoy, más de 25 años después, Adobe Guadalupe es referente internacional del vino mexicano, y su fundadora es admirada por su visión pionera y entrañable manera de recibir. Su historia es un canto a la perseverancia, al amor y a la memoria. Reconocida como la “Gran Dama del Valle de Guadalupe”, Tru Miller inspira con pasión, elegancia y generosidad, recordándonos que el vino no es solo una bebida, sino una forma de honrar la vida, la tierra y los sueños que trascienden generaciones.

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