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Natalia Badán

Entre los aromas del chaparral y la brisa del Valle de Guadalupe, se alza la figura serena de Natalia Badán, gestora cultural que convirtió su vida en un canto a la tierra y a la identidad regional. Desde su labor en las bibliotecas del CICESE y la UABC en Ensenada —donde fue bibliotecaria, directora de la biblioteca central y de los departamentos de Extensión Universitaria, Difusión Cultural y el Centro de las Artes— construyó una vocación inquebrantable por preservar el alma del valle que la vio crecer. Ese compromiso late hoy en cada palmo de su rancho regenerativo.

En Rancho El Mogor, legado de sus padres, cultivó un viñedo y una vinícola, además de huertos orgánicos, miel artesanal y ganadería que busca regenerar el suelo y honrar la diversidad natural. Su enfoque, basado en respeto profundo al ciclo de la vida, refleja una filosofía donde el cuidado de la tierra es apuesta por el porvenir. Más allá de la vitivinicultura, Natalia es una defensora incansable del Valle de Guadalupe: coautora del documento Rescatemos al Valle, integrante de colectivos como Por un Valle de Verdad y Provino, y voz firme frente al avance indiscriminado que amenaza tierras agrícolas y patrimonio cultural.

Natalia Badán es la memoria viva del Valle de Guadalupe. Recuerda que la cultura no se construye solo en bibliotecas, sino también en los surcos donde florece la vid, en el huerto que alimenta y en la semilla que regenera la tierra. Su ejemplo inspira a ver el vino como símbolo de comunidad, respeto a la naturaleza y amor profundo por este valle que nos une.

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